Aunque las autoridades han desplegado un fuerte dispositivo a nivel nacional para penalizar a los conductores que manejen en estado de ebriedad durante estas vacaciones, los diputados de la Asamblea Legislativa y miembros del Cuerpo Diplomático no deberán tener miedo de que la policía los pille ebrios al volante.
Así lo confirmó este miércoles el doctor Ricardo Cook, director del Instituto de Toxicología del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública, quien admitió que la institución que dirige no tiene autorización para detener a los antes mencionados y realizarles un alcotest.
“Yo puedo detener a cualquiera, sea un amigo, sea un civil, sea policía o hasta a mi hijo. Yo estoy facultado a hacerle la prueba y decirle a un compañero de la Policía ´esta persona ya no está en condiciones para seguir manejando´, menos a un diputado o a un diplomático”, dijo Cook durante la entrevista Frente a Frente, transmitida por Telecorporación Salvadoreña.
El artículo 147 del Código Penal de El Salvador establece que penas de uno a tres años de prisión para quien cometa el delito de Conducción Peligrosa, que implica, entre otras cosas, manejar en estado de ebriedad.
Debido al fuero del que gozan los diputados de la Asamblea, ningún agente de la Policía Nacional Civil (PNC) está en facultades de detener y enviar a una bartolina a ninguno de dichos funcionarios aunque lo evidenciaran manejando en estado de ebriedad, como sí se haría con cualquier otro ciudadano.
No obstante, según las autoridades, el procedimiento en caso de que evidencien a un diputado manejando en un grave estado de ebriedad es detenerlo y enviarlo momentáneamente y trasladarlo a la Asamblea Legislativa.
Según las autoridades de la División de Tránsito de la PNC, en lo que va de las vacaciones de Semana Santa, ya se registran 225 accidentes de tránsito, una cifra mayor comparada con los 191 que se registraban el año pasado a la misma fecha. Este año han muerto también 14 personas en accidentes.
Hasta este martes, las autoridades reportan 59 capturas por el delito de conducción peligrosa bajo los efectos del alcohol. Uno de los casos más emblemáticos fue el de un hombre detenido en Usulután con 840 grados de alcohol en la sangre, equivalente a 37 cervezas o dos botellas de alcohol.