Un joven carismático, colaborador y comprometido con la libertad de expresión. Así es como sus compañeros describen al periodista Nicolás Humberto García, de 23 años, quien fue asesinado con lujo de barbarie el 10 de marzo pasado por negarse a colaborar con la Mara Salvatrucha.
El joven de 1.53 centímetros de estatura y piel trigueña, desde los 13 años se incorporó a proyectos de radios comunitaria en su natal municipio de Tacuba, ubicado en el departamento de Ahuachapán en el occidente del país, y desde hace unos meses dirigía un programa radial en que participaban miembros de la Policía Nacional Civil (PNC) dando consejos a la ciudadanía para prevenir la violencia.
Dicho programa y su contenido disgustó a miembros de la Mara Salvatrucha que operan en la comunidad El Carrizal, cantón el Jícaro, lugar donde se encuentra ubicada la radio y residía desde niño el periodista ultimado.
Miembros de estas estructuras criminales comenzaron a acosar a los colaboradores de la radio, todos jóvenes menores a los 25 años. Algunos cayeron en las garras de la pandilla, pero Nicolás seguía rechazando las invitaciones de pandilleros, que incluso, fueron sus compañeros en el instituto donde cursó el bachillerato.
Los sujetos continuaron con su insistencia y ante la negativa del comunicador de integrarse a sus filas, le propusieron colaborar a cambio de $100 mensuales. Su trabajo sería informar a los cabecillas los movimientos de la Policía en la localidad y de posibles operativos que podrían realizarse para detener a los criminales de la zona.
La oferta económica fue rechazada y el periodista continuó con su programa radial. Dicha acción fue el detonante para que la pandilla decidiera quitarle la vida a unas cuadras de la radio comunitaria mientras regresaba a su casa de un culto evangélico.
La víctima finalizó su jornada en la radio y caminó unos metros a una casa vecina se desarrollaba la actividad religiosa. A las 7:30 de la noche, inició su retorno a casa por las calles polvosas de comunidad El Carrizal; fue ahí cuando pandilleros le salieron al paso y descargaron sus armas contra Nicolás. El joven recibió 15 disparos que le quitaron la vida inmediatamente.
La barbarie no llegó hasta ahí. Los pandilleros le proporcionaron varios machetazos al rostro del periodistas, destruyeron su mandíbula y le cortaron parte de la lengua. Además, el cuerpo presentaba múltiples lesiones de arma blanca, que desgarraron su piel y la ropa que llevaba puesta.
El cadáver quedó irreconocible, según amigos cercanos del periodista, quien representaba a los habitantes de la zona en reuniones con otros líderes de la zona.
El comunicador fue enterrado el sábado 12 de marzo, en el cementerio general de Tacuba, donde la familia fue acompañada por comunicadores comunitarios del país y vecinos consternados por la muerte del joven a manos de miembros de la Mara Salvatrucha.
La Asociación de Periodistas de El Salvador, en conferencia de prensa, repudió el asesinato del joven y solicitó a las autoridades una investigación profunda que lleve a la captura de los responsables del homicidio. Incluso, se notificó al relator de Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA), Edison Lanza, quien instó al Estado salvadoreño a proteger la labor periodística.