Teclea un par de palabras en su computadora de escritorio y de inmediato aparece un artículo titulado “20 claves para detectar a un psicópata” con un fondo oscuro y una imagen de una cara cuyo único signo de vida es un ojo abierto, amenazante. Se acomoda en su silla, se soba la barba y empieza a explicar que en la cúpula política y religiosa salvadoreña hay más psicópatas de los que creemos. “Un psicópata es alguien que sufre y hace sufrir con plena conciencia de lo que está haciendo”, resume. Ese, según el psicólogo Marcelino Díaz Menjívar, es el caso de muchos sacerdotes que están abusando sexualmente de niñas y niños en El Salvador sin que nadie lo note. Pero todo esto tiene una explicación y un origen que, muchas veces, dice, se puede sintetizar en una palabra: celibato.
Aunque lo primero que hace es declararse creyente católico no titubea para decir que el celibato es anormal. “El hombre, por su naturaleza, es un ser sexuado y prohibirle a alguien que tenga relaciones sexuales es como querer evitar que orine o que coma: podrá durar algún tiempo con meditación y esfuerzo, pero al final está contradiciendo su condición humana y lo terminará haciendo, o de lo contrario podrá crear conductas anormales”, dice el psicólogo.
Díaz Menjivar es el responsable de la cátedra de Psicología Jurídica y Forense en la Universidad de El Salvador y trabaja desde 1993 en el Instituto de Medicina Legal. Por su pequeño cubículo han pasado incontables violadores y violadas de todas las edades, y con el paso de los años, afirma, ha logrado comprender la complejidad del problema.
¿Dónde está el origen de un pedófilo?
Bueno, primero hay que aclarar que la personalidad se forma en los primeros años de la vida, y es en esta etapa en que se puede sembrar la semilla de un posible pedófilo, de un pandillero, de un asesino o de un violador en serie. Uno de los errores más comunes que pueden llevar a un comportamiento de este tipo es la mala educación sexual. Lo primero es que la gente no llama a los órganos genitales por su nombre. “Vaya, niño, sáquese el arrocito”, le dicen, ¿y el niño qué piensa? para empezar cree que su pene es chiquito, y ahí comienza el problema.
Si a mí se me genera una mentalidad de que mi pene es chiquito – porque aquí tener un pene grande significa éxito y un pene chiquito el fracaso – se genera una inseguridad tremenda en el hombre que cuando llega a adulto cree que no puede satisfacer a una mujer de su tamaño y lo van a juzgar. Por eso muchos prefieren cada vez más pequeños porque un niño no los juzga, no les va a decir que tienen el pene pequeño o que no saben hacer el sexo sino que les va a hacer sentir complacidos.
La pederastia está vinculada a una inseguridad, a una creencia, a una fantasía, a creer que el niño o la niña es pura y que al ser el primero nunca lo va a olvidar.
Entonces desde pequeño se le viene creando una especie de enfermedad…
No, no. Una parafilia no necesariamente es una enfermedad. El trastorno de la conducta sexual está referido a aquellas formas de tener sexo que pueden ser anormales para otro. Es parecido a lo que pasa con los presos. Una de las características para identificar a alguien que ha estado preso es que tiene una preferencia por el sexo anal.
En gran parte de los casos, los hombres que han estado presos han tenido un contacto homosexual. Y si lo ves así, pues son hombres en su mayoría jóvenes que están encerrados, sin poder tener contacto sexual con una mujer y empiezan por masturbarse seguido, pero luego… unas nalgas de hombre vistas en esa situación son nalgas, y ahí es donde no se puede evitar la naturaleza sexuada. Lo mismo pasa en los casos de los curas.
La pederastia es una parafilia, un impulso, una desviación sexual. Fantasea el sujeto con que la niña está virgen. Aquí tenemos el síndrome del descorchamiento, la virginidad es algo que la misma iglesia se encarga de mantener y que los sacerdotes interpretan como símbolo de pureza y no es cierto.
¿Y la Iglesia, de alguna manera, puede venir a reforzar este tipo de conductas?
Hay que decir que el celibato es anormal. Es anormal que le prohíban al hombre una función normal. Es como que les prohibieran orinar. El tener relaciones sexuales es normal. Siempre se va a producir el deseo sexual y el esperma, no importa la fe o la creencia religiosa que uno tenga.
¿Por qué la pedofilia? Porque los niños son víctimas. Están ahí. Callan. No cuentan nada. Son vulnerables. Porque el niño hace lo que el adulto le dice. Estas personas tienen intensas fantasías recurrentes con infantes. Incluso hay hombres que le gusta que las sexoservidoras se vistan de niñas. Porque es la fantasía.
El celibato está fomentando que se tengan preferencias sexuales anormales. Yo no digo que todos. Algunos. Yo tengo datos precisos que no puedo dar, pero puedo decirte que muchos religiosos buscan la religión porque tienen preferencias sexuales hacia su mismo sexo. Hombres y mujeres. Y no hablo solo de la iglesia católica.
¿Pero por qué la religión?
Lo hacen como una forma de expiar culpas. “Yo me masturbo pero luego le pido perdón a Dios”, dicen. “Abuso de la niña pero luego le pido perdón a Dios. Entonces soy menos culpable o lo soy por un momento pero luego ya no”.
¿Y psicológicamente qué efecto tiene que le pidan perdón a Dios?
Eso es expiar o disminuir el sentimiento de culpa. Es decir “he cometido un pecado pero de todas formas soy servidor de Dios. He cometido un pecado pero puedo quitármelo rezando o dando el diezmo”.
¿Sabés por qué la Iglesia Católica no quita el celibato? Es sencillo. La razón no es religiosa sino política: si el sacerdote se pudiera casar, la Iglesia tendría que pagarle a miles y miles de sacerdotes un salario, y eso significaría grandes pérdidas.
No es porque “estando solo va a pensar más en la iglesia”. Al contrario, estando solo es que más se piensa en masturbarse o en tener relaciones con niños. La soledad es mala consejera. Y no es que masturbarse esté mal, pero lo otro sí.
El niño es afectuoso, es agradable, se sienta en las piernas y lo estimulan. Esto aunado a todo lo que ya hemos hablado… ¿qué creés que puede suceder?
Pero hay casos que menciona la historia y la literatura, como por ejemplo Mahatma Gandhi, quien se convirtió en célibe a los 36 años.
Dicen. ¿A quién le consta? A mí también me lo han dicho, y puede ser. Puede ser que alguien logre el autocontrol. Hay quienes dicen que esa energía la pueden transformar, pero eso es el decir. Es probable que se pueda lograr. ¿Pero creés que los miles y miles de sacerdotes lo logran?
Hay también que defender y no olvidar a los religiosos buenos. Hay muchos que son de esos que quisiéramos que así fueran todos. Y eso no necesariamente es porque sean célibes o porque no se masturben. El buen religioso es el que respeta y ayuda. Anormal es que no tenga relaciones sexuales.
¿El contexto salvadoreño tiene algún efecto en ese intento de los sacerdotes por no tener relaciones sexuales?
Es que no se puede ir contra natura. La naturaleza va a buscar, igual que como hace la tierra, liberar energía. Y va a salir de cualquier forma, y eso puede ser de manera sana o insana.
Hay curas y pastores homosexuales y eso no los hace mala gente. Lo hace mala gente quien comete un delito y va contra lo estipulado en los derechos de la niñez y la adolescencia y en el Código Penal.
¿Será que los sacerdotes tienen mayor propensión a la masturbación?
Sí, claro. Y no hacen nada malo. Esa es una autocomplacencia, y eso en ningún momento es malo. Malo es cuando se tiene a una pareja y se prefiere la masturbación.
¿Cuál es el efecto psicológico en un caso como el del padre Delgado, en el que luego de ser sacerdote toda su vida y de golpe, por lo que hizo, ya no más?
Si lo aceptó quiere decir que se está haciendo cargo. Ahora, ese hombre tiene destruida toda su vida, todo su mundo, su cosmovisión, toda su historia, toda su fe, todas sus creencias, su estilo de vida. Donde quiera que lo vean él es el pedófilo. Muerte civil se llama eso. Algo que se pudo evitar, probablemente, si lo hubieran dejado tener su mujer.