¿En qué se parecen China y el Centro de San Salvador? ¿En que se come carne de perro? No. ¿En la densidad poblacional? No. ¿En la extensión territorial? Tampoco. Chinos y capitalinos tienen en común que debido a la contaminación tragan aire negro y profundamente contaminado todos los días del año.
Los vendedores son los que más conocen esa realidad.
Desde hace cinco años Marta Lorena Velasco vende zapatos en la 1ª. Calle Poniente y 3ª Av. Norte y cuenta que lo peor de tragar todos los días el humo del transporte colectivo y los vehículos particulares es la picazón en la garganta, ardor en los ojos y el enrojecimiento que quedan. Ese malestar es una de las peores cosas del mundo.
“Los buseros, por hacer daño, dejan ir el chorro de humo”, opina.
La calidad del aire en San Salvador, según el estudio más reciente del Ministerio de Medio Ambiente (MARN), muestra partículas menores a 2.5 micrómetros de diámetro, es decir, 20 veces más pequeñas que el grosor de un cabello humano y de fácil ingreso a los pulmones de las personas.
La información la recaban las redes de monitoreo de la Universidad Don Bosco (UDB) y el Centro de Gobierno.
Vasta darse una vuelta por las calles de la capital salvadoreña para ver la cantidad de humo que despiden los camiones y buses, el cual se mezcla con el aire que respiramos.
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En junio de 2015 Lina Pohl, ministra de Medio Ambiente, presentó a la Asamblea Legislativa en el que demuestra que los buses son los causantes de más del 50 por ciento de la contaminación del aire en el Gran San Salvador.
Por eso les pidió retirar los buses con más de 20 años de antigüedad porque de lo contrario puede llegar a los niveles que hubo en México donde hasta los pájaros caían muertos de las ramas de los árboles.
Pero que no se fíe del foto reportaje. Viaje a San Salvador y dese un baño de humo contaminante.