Cuando los agentes botaron la puerta e irrumpieron en la habitación, Ángel estaba sentado junto al cadáver de su abuela. Tenía la mirada perdida y las manos y ropa ensangrentadas.
La escena era dantesca. El cuerpo de la anciana había sido apuñalado y las vísceras estaban esparcidas en el suelo. Los muebles desordenados indicaban la brutalidad con que se había cometido el crimen.
La señora tenía puesto un vestido color negro con estampas ocres y cafés. Su ropa interior estaba a la altura de sus rodillas.
En presencia de los agentes que lo interrogaban, el sujeto comenzó a insultar y a vomitar algo denso mezclado con sangre. Estaba pálido. Los policías no intervinieron, pero después de unos minutos lo trasladaron a un centro médico. Los doctores únicamente manifestaron que el sujeto tenía signos de haber ingerido drogas.
Luego lo trasladaron a la delegación policial y al ficharlo se enteraron que tenía dos órdenes de captura de tribunales de justicia: una por un doble homicidio y otra por asociaciones ilícitas.
También se percataron que estaba perfilado como un “peligroso” pandillero de la MS que delinquía en la colonia Santa María de Usulután.
En ese momento, un fiscal le pidió a los policías que le retiraran la ropa y los zapatos ensangrentados para usarlos como prueba en la investigación.
Desde horas de la madrugada del pasado 9 de enero, vecinos del mesón escucharon un fuerte escándalo. Gritos, golpes, gemidos y una risa burlesca. De pronto todo quedó en silencio, pero los inquilinos ya habían alertado a las autoridades sobre un aparente hecho de violencia intrafamiliar.
Varios policías llegaron al mesón ubicado en el barrio San Francisco, en San Miguel. Tocaron, pero nadie respondió. Fue entonces que ordenaron que abrieran la puerta porque si no la derribarían.
Los agentes le pidieron permiso al propietario del mesón para entrar por la fuerza y éste accedió. Al interior estaba el asesino junto al cuerpo acuchillado de su abuela. En el suelo estaba una navaja ensangrentada.
De acuerdo con el informe policial, el cadáver tenía lesiones en el rostro y una extensa cortadura en el abdomen de donde salían algunas vísceras que también habían sido partidas en pedazos.
La víctima fue identificada como Mercedes Cortez Zayas, de 75 años de edad, y el victimario como Josué Ángel Morales Flores, de 19.
Los fiscales presentaron el requerimiento ante el Juzgado Tercero de Paz de San Miguel y este lunes el caso fue enviado a la fase de instrucción. El imputado quedó detenido por el delito de feminicidio agravado.
Con antecedentes
Hace apenas unos días Ángel se había ido a vivir con su abuela en el mesón. Su madre lo había enviado tras las órdenes de captura que los juzgados habían emitido contra él.
“Es un delincuente peligroso que estaba huyendo y accedió a quedarse con su abuela con el fin de evitar la captura”, comentó una fuente policial.
Según algunos vecinos, Ángel era un joven callado que no se relacionaba con los demás inquilinos del mesón, no saludaba y en ocasiones se mostraba violento.
Desde diciembre del 2014, los vecinos observaron que el sujeto maltrataba a la anciana. En una ocasión le destruyó algunos muebles y ropa. Le gritaba y la insultaba.
Una fuente cercana a la investigación afirma que el pandillero obligaba a la señora a pedir dinero en las calles para luego comprar droga.
“Ella salía con su bordoncito a pedir dinero en las esquinas y los vecinos sabían del maltrato, pero quizá callaron por temor”.
Sobre la conducta del victimario, el sicólogo Erick Portillo asegura que es propia de un sicópata. “Desde el momento que hay aberración hacia otra persona y tiene obsesiones mentales al manipular las vísceras de su víctima trasciende del sociópata al sicópata”.
La madre del sujeto reconoció que había pagado el alquiler de la habitación desde diciembre del año pasado con el fin de que la abuela ejerciera autoridad sobre él, ya que era problemático.
Por eso, cuando los policías interrogaron al sujeto frente al cadáver de la anciana, fue su propia madre que intervino y manifestó:
– Se llama Josué Ángel Morales Flores, señores agentes, y es mi hijo.