Por primera vez en siete meses del proceso judicial, Francisco Flores está sentado en el banquillo de los acusados. Si se compara con el Flores que llegó a la comisión especial de la Asamblea Legislativa, a inicio de este año, sereno y confiado, entonces se podría decir que no es el mismo. Ahora luce desmejorado.
Son las nueve de la mañana y el exmandatario está junto a sus dos abogados defensores. Viste ropa formal. Chaleco y pantalón negro. Está inmóvil y no habla. Atrás, cinco o seis periodistas con libreta y lapicero en mano. Todos esperan que el juez inicie la audiencia especial.
“He decidido llevar a cabo esta audiencia para tener una mejor ilustración de los dos exámenes médicos de Medicina Legal y el del médico privado. Más que jurídico este es un tema médico”, fueron las primeras palabras del juez Primero de Instrucción, Levis Orellana.
La semana pasada la defensa de Flores solicitó al juez Orellana una audiencia de revisión de medidas. Los abogados pretendían que el expresidente no continuara encerrado en las bartolinas de la División Antinarcóticos (DAN).
El principal argumento de los defensores es que Flores está enfermo y necesita atención médica, y que las bartolinas de la DAN no reúnen las condiciones necesarias para cumplir con su tratamiento.
Flores sigue estático, sosegado e inmutable de su rostro. Escucha al juez que, al cabo de unos minutos, cede la palabra a los abogados defensores.
Edgard Morales Joya, uno de los juristas intercesores, se pone de pie, toma el micrófono y manifiesta que dará sus alegatos al finalizar el interrogatorio contra los tres médicos, el particular y los dos de Medicina Legal.
Los tres abogados querellantes y el único fiscal presente también expresan lo mismo.
El primer doctor que entra a la sala de audiencias es el cardiólogo Juventino Amaya. Atendió a Flores cuando éste fue ingresado en el Hospital de la Mujer a finales de octubre pasado por una trombosis en su pierna derecha.
Se sienta a un extremo de la sala y espera la lluvia de interrogantes de ambas partes: acusadores y defensores. Primero contestará, de forma segura, las respuestas de los abogados y luego las de los querellantes.
En sus respuestas, el doctor Amaya recuerda que todo fue una coincidencia, que cuando Flores ingresó al hospital privado, él se encontraba de turno y por eso atendió al exmandatario.
Ratifica el diagnóstico final del paciente Francisco Flores. Dice que el expresidente padece un problema del corazón, depresión aguda y una gastritis producida por el estrés que le genera su condición de reo.
Pide prudencia en el tratamiento del exmandatario y concluye que Flores puede tener tratamiento ambulatorio (fuera de un hospital).
Eso sí, enfatiza que suministrarle sus medicamentos a la hora establecida, permitirle hacer ejercicios físicos – caminar 40 ó 60 minutos dos veces al día – son indicaciones que deben cumplirse en beneficio a la salud de Flores.
El galeno advierte que de omitir estas advertencias, Flores podría tener, incluso, una muerte súbita producida por su enfermedad de tipo circulatorio. Este es uno de los argumento que horas más tarde utiliza el juez para decretar nuevamente arresto domiciliar.
Minutos después, llega el turno de los doctores de Medicina Legal. Primero es interrogado Sigfrido Marín y después Mario Mauricio Orellana. Ninguno es cardiólogo. Ambos examinaron a Flores en dos ocasiones. Una en el hospital privado y otra, el pasado jueves, en la bartolina de la DAN.
“No soy cardiólogo, pero como médico general soy interprete de enfermedades”, dijo el doctor Marín, esgrimiendo que tiene facultad para diagnosticar padecimientos.
Los dos médicos reconocen que únicamente examinaron a Flores por la trombosis que padecía en una de sus piernas.
Aseguran que no conocen el cuadro clínico del hospital privado y tampoco los medicamentos suministrados por las otras enfermedades diagnosticadas.
Al igual que el médico privado, pedirán seriedad en el cumplimiento del tratamiento de Flores.
Los alegatos
Tras finalizar el interrogatorio con los galenos, el abogado Morales Joya comenzó a pronunciar sus alegatos. Habló aproximadamente quince minutos.
“A quedado establecido que estamos ante enfermedades graves que pueden llevar a la muerte. Los tres médicos, particulares y públicos, han sido categóricos en que se cumplan las indicaciones médicas (…) En ese sentido todos conocemos la situación deplorable de los centros penales y de la bartolina de la DAN”.
“El viernes no le habían dado sus medicamentos (…) El señor Flores volvió a su estado de anticoagulación porque al volver a la bartolina de la DAN, no se le suministró su medicamento a la hora establecida (…) En fin, debemos abandonar el concepto que dar tratamiento ambulatorio quiere decir que el imputado debe regresar a la DAN”.
Después de brindar otros argumentos, Morales Joya dijo que el único mecanismo para garantizar la salud de Flores era “modificar las medidas”.
Concluidos los alegatos de la defensa, llegó el turno de la parte acusadora. El fiscal no habló, pero la bogada querellante, Berta Deleón, refutó los argumentos de Morales Joya.
“No debemos perder de vista que el señor Flores estuvo prófugo durante cuatro meses y que está acusado por dos delitos graves, peculado y defraudación a la economía pública (…) Consideramos que se le ha garantizado el derecho a la salud de manera diligente (…) Es innegable la mala condición de nuestro sistema penitenciario, pero en el caso del señor Flores tiene condiciones más dignas que otros reos”.
“Sería bueno también que lo viera un médico más imparcial, que no sea de confianza del señor Flores, que lo revise un cardiólogo de la red pública, ya que los doctores de Medicina Legal no son especialistas”.
Deleón finalizó sus alegatos y, en ese momento, Morales Joya le rebatió algunos de sus intervenciones. “No sé si lo dice por ignorancia o por confusión, pero en este tribunal no se acusa al señor Flores por el delito de defraudación a la economía pública”, recordó.
Fue entonces que Flores pidió la palabra y narró parte de sus condiciones en la bartolina de la DAN. Manifestó que para recibir su medicina se necesitaba hacer un trámite bien burocrático que tardaba horas.
«Para hacer mis terapias de ejercicios me han sacado nada más cinco días, los otros días me han sacado a un pasillo de tres metros (…) Mi celda tiene el tamaño de un colchón, se moja continuamente con las lluvias y hay que sacar el agua con toallas (…) Hay sólo dos custodios que no tienen un segundo de tiempo porque tienen que atender a los 30 reos de la DAN (…) Hay veces que los reos tienen que defecar, orinar o vomitar en bolsas plásticas porque no hay quien los lleve al baño», expuso.
Dicho eso, el juez decidió dar dos horas de receso para emitir su fallo.
La resolución
Pasadas las dos de la tarde, el juez Orellana inició la lectura del fallo. Desde un inicio dejó entrever que Flores sería beneficiado nuevamente con el arresto domiciliar.
“Yo en este caso, he advertido que lo estoy tratando con la mayor imparcialidad. Quiero reiterar, hoy que están presentes los medios, que este caso y este servidor no van a ser instrumento de una amenaza política, si eso es lo que están buscando, lamentablemente no lo van a tener. No tengo ninguna militancia política para esos efectos ni me interesa”.
“Los médicos han establecido claramente que el tratamiento del imputado Flores Pérez tiene que seguirse de manera ambulatoria. ¿Dónde?, preguntó la querella. En su casa, respondió el médico. En consecuencia, tomando como fundamento estos motivos de carácter médico, voy a sustituir la detención provisional enviándolo nuevamente a su domicilio”, dictaminó.
Sin embargo, y pese a lo que expresó el juez, ninguno de los médicos dijo literalmente que Flores debía recibir el tratamiento ambulatorio “en su casa”.
Tras la resolución, la querella dijo que apelarán ante la Cámara Primera de lo Penal y solicitó al juez frenar el efecto de su resolución hasta que la Cámara emitiera su resolución.
La defensa intentó convencer al juez de lo contrario, pero el juzgador accedió a la petición de la querella. Minutos después, Flores fue trasladado nuevamente, escoltado por una cuadrilla de policías, hacia las bartolinas de la DAN.