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Sepultar los restos de un ser querido es un acto triste. Y la conmoción es mayor cuando la muerte ha sido violenta. Si se le suma a este drama las amenazas de una pandilla a los familiares en el momento del entierro, el acto se convierte en una escena de dolor, angustia, zozobra e indignación.
Eso fue lo que ocurrió el pasado domingo, cuando al pequeño David los pandilleros no le respetaron ni siquiera el entierro. Diario1 publicó una crónica de los momentos de tensión que se vivieron ese día.
Video Diario 1/ Salvador Sagastizado
https://www.youtube.com/watch?v=q2FVwTlDCfI