El presidente Daniel Ortega acumula casi un mes sin dar señales de vida. Su gestión en los últimos 27 días es un fantasma, a pesar de que el coronavirus (COVID-19) es una amenaza latente y los contagios sospechosos no oficiales apuntan a unos 162 a nivel nacional.
Ortega no aparece desde una intervención virtual con los presidentes del SICA, el 12 de marzo. Aparte de eso, su esposa y vicemandataria, Rosario Murillo, gobierna a través de llamadas telefónicas y anuncios únicamente a los medios oficialistas, que son mayoría en ese país.
Con ese contexto incomodando a la oposición y a la población en general, las teorías de su posible muerte o quebranto de salud están circulando tanto como los mismos rumores sobre el COVID-19, por lo que la pregunta sale a la luz: Si Ortega ya no está, ¿quién lo puede reemplazar?
La duda cobra validez sobre todo porque las elecciones presidenciales serán en 2021 y el aparato oficialista está en campaña desde meses atrás. Además el presidente no da muestras de vida.
Constitucionalmente hablando, si el presidente hubiera fallecido, sería su esposa Rosario Murillo la que tomaría el poder. Pero después de terminar el periodo presidencial, las posibilidades de la actual vicepresidenta acabarían en 2021.
El sitio de noticias Nicaragua Investiga plantea que la esposa de Ortega no podría lanzarse a la presidencia el próximo año debido a las sanciones de Estados Unidos que pesan sobre ella.
El excomandante histórico del Frente Sandinista (FSLN), Edén Pastora, es de los que cree que Murillo quedó acorralada, ya que tiene sanciones mediante la “Ley Magnitsky Nica”, diseñada por el Senado estadounidense para castigar a la administración actual.
Entonces los sucesores de la pareja Ortega podrían ser sus hijos, aunque también suenan nombres como los de Carlos Emilio López y Wálmaro Gutiérrez, diputados sandinistas en la actualidad e incluso el militar retirado Omar Halleslevens, según indican los medios nicaragüenses.
Los hijos
Pero la opción más viable y simbólica sería la de heredar el poder a uno de los hijos del clan Ortega Murillo. Y Daniel Ortega comenzó a colocarlos en las esferas del poder desde años atrás.
Uno de los mejor posicionados es el mayor de la dinastía, Rafael Ortega “Payo”, quien es el responsable de administrar, junto a su esposa Yarida Leets, el lucrativo negocio de la distribución de combustibles en el país.
“Payo”, de 51 años y de perfil bajo en los medios, administra la Distribuidora Nicaragüense de Petróleo, desde donde maneja el ingreso del crudo proveniente de Venezuela, a lo que se suma el manejo de una partida casi secreta de “petrodólares”, que en su mejor momento representó unos $500 millones anuales, de acuerdo a Univisión.
El también “asesor presidencial” de Ortega tiene un problema. El Departamento del Tesoro lo sancionó y de esa forma se convirtió en otro de los íntimos de Daniel Ortega en ser castigado por Estados Unidos, como también pasó con Rosario Murillo.
Juan Carlos Ortega Murillo, otro de los vástagos del presidente nicaragüense, es uno de los más activos en los últimos meses y también podría tener un empuje de parte del oficialismo para llegar al Ejecutivo.
Ortega Murillo está ligado al emporio de medios de comunicación del sandinismo, que incluye control de los canales 4, 8, 13, 22 y el estatal 6. A estos se suman las radios Nueva Radio Ya, Nicaragua y Sandino, las cuales controlan los hermanos Maurice, Daniel Edmundo y Carlos Enrique Ortega.
Juan Carlos, además de adquirir control sobre el Canal 22, tiene su propio movimiento político, el cual usa para difundir comunicados con amenazas a la oposición. En noviembre del año pasado le dijo a sus adversarios que “la libertad no se conquista con flores, sino a balazos”, parafraseando a Augusto Sandino.
Aparte de “Payo” y Juan Carlos, otro de los que podría heredar la dinastía política de los Ortega Murillo es Laureano, un cantante (tenor) que forma parte de la ópera nicaragüense y quien tiene fama por sus trajes y relojes costosos, pero que cobra más importancia por manejar ProNicaragua, la entidad que consiguió que China les construya el Canal de Nicaragua, a un costo de unos $40 mil millones y que debería estar listo en 2025.
“El Frente Sandinista ha sido convertido por Ortega en un grupo de poder familia regido, sin ningún contrapeso, por él y su esposa”, dijo el excomandante sandinista Luis Carrión, de los miembros de la vieja guardia del FSLN, en una entrevista concedida a la revista chilena La Tercera.
Este medio sudamericano también repasó al resto de hijos de los Ortega. Ahí entran Maurice, Daniel Edmundo y Carlos Enrique, metidos en el monopolio mediático del oficialismo.
También están Luciana y Camila, asesoras del presidente, aunque esta última también es una modelo de pasarela. Finalmente está Zoilamérica Narváez Murillo, la hijastra de Daniel Ortega que lo acusó de abuso sexual. En la actualidad vive en Costa Rica, exiliada.
Poder de sobra
Si algo no le falta al orteguismo para prolongar su estancia en el poder es el dinero, ni mucho menos los medios de comunicación, un brazo importante en sus aspiraciones de mantenerse en la cima.
Albanisa, empresa sancionada por Estados Unidos, fue donde los Ortega consiguieron manejar los fondos de cooperación con la venezolana PDVSA, a través de la iniciativa chavista del ALBA.
El Confidencial de Nicaragua señala que ese dinero se canalizó como si se tratara de entidades completamente privadas, de forma que Ortega gestionó hasta $500 millones anuales, en su mejor época, con plena libertad y sin rendir cuentas.
“Según datos oficiales del Banco Central, el monto total de los créditos canalizados por Albanisa, a junio del 2018, se aproximan a $4 mil millones… Un capital líquido que Ortega gestionó a su arbitrio, como capital privado”, denunció El Confidencial.
Después que Estados Unidos sancionara a Albanisa, la fortuna fue canalizada por la Cooperativa de Ahorro y Crédito Caja Rural Nacional R.L. (Caruna), la cual finalmente traspasó sus millones al Banco Corporativo, también manejado a antojo por Ortega, quien mandó el dinero a este banco como un fideicomiso.
El enredo que generó el oficialismo, trasladando dinero de una entidad sancionada a otra entidad financiera tenía su justificación: ese fideicomiso representaba a Daniel Ortega la posibilidad de administrar a su antojo $2 mil 500 millones.
Pero el emporio económico de los Ortega no solo comprende los millones absorbidos de la cooperación venezolana, sino que el presidente de 74 años también maneja las propiedades gubernamentales como su finca.
Por ejemplo, el 14 noviembre pasado, Ortega le regaló el Ejército, otro de sus brazos para mantenerse amarrado al poder, un terreno de 82 mil metros cuadrados, sin detallar el porqué de dicha concesión.
Antes ya había dado cuatro propiedades más a los militares, a los que la oposición señala como leales cómplices del sandinismo.
Y por si eso fuera poco, el medio Despacho505 informó que Ortega incluso entregó a Rusia una propiedad valorada en $791 mil en las inmediaciones de la embajada rusa. El gobierno de Vladimir Putín ha sido otro de los países cercanos al orteguismo y mantiene una estrecha relación con el sandinismo desde 2007, cuando el presidente llegó al poder.
Con todo eso en mente, tampoco es de descartarse que, en el momento que Ortega decida reaparecer, podría anunciar su intención de mantenerse como presidente y no ser relevado ni por sus allegados, esposa o hijos, un deseo que no ha ocultado en entrevistas previas.
De momento, con su paradero y salud en duda, las teorías surgen y los nombres de potenciales reemplazos suyos ya circulan en la opinión pública de Nicaragua.
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