El Salvador
sábado 12 de abril de 2025

Mauro Arévalo: La realidad de los artistas circenses nos revolvió el cerebro

por Pabel Bolívar

El realizador de "Circo", el nuevo documental producido por la Dirección de Cine y Audiovisuales de la Secretaría de Cultura, conversó con Diario1.com sobre las alegrías y tragedias cotidianas que viven los artistas circenses que se retratan en dicha producción.

Mauro Arévalo es el creador de “Circo”, el nuevo documental del Centro de Producción Audiovisual de la Secretaría de Cultura. El autor es también productor musical y pianista, y su trabajo en Secultura le brindó la posibilidad de adentrarse en el submundo del arte circense en El Salvador, el cual confiesa no es muy distinto al de los artistas en general.

Licenciado en comunicación por la Universidad Don Bosco, la ambición de Arévalo con este documental busca trascender las fronteras del país, luego de agotarlas, ya que se proyecta un largo itinerario de presentaciones en todo el territorio nacional.

Previo a la presentación oficial en el Museo Nacional de Antropología David J. Guzmán, conversó con Diario1.com sobre cómo la vida de Ángel Ruiz, dueño del circo Los traviesos, y la de su familia, puede ser la vida de un vendedor del centro o de una empleada doméstica: la vida de los salvadoreños que luchan día a día para sobrevivir.

¿Cuál es el argumento del documental?

El documental es la muestra de la realidad social de las familias circenses en El Salvador; es una muestra de quiénes son, cómo viven, su forma de educación o alimentación. Ese es el tema central.

¿Cómo surgió la idea de “Circo”?

Nace por la indiferencia que hay hacia el gremio circense en El Salvador, en función de que el arte circense ni siquiera está reconocido en las siete ramas del arte, a pesar de que los personajes manejan diferentes disciplinas, tienen relación directa o son parte del arte.

Tengo varios años de que me gusta ver el trabajo de los circos salvadoreños. En un circo grande utilizan motores para subir a alguien y las mantas para hacer acrobacias. Aquí hacen lo mismo, pero en lugar de motores son tres o cuatro personas que a fuerza y carrera hacen que el mismo show se dé solo que con esa diferencia económica.

La idead del documental nace al darnos cuenta de esa realidad. ¿Hace cuánto? Pues hace varios años. No es que sea fanático del circo, pero sí me parece que es un tema poco explotado en el país, casi invisibilizado.

¿Cuál fue el camino o proceso que se trazó para elaborar el documental?

Primero hicimos el scouting y el proceso de investigación que duró cerca de tres semanas, para ver en cuál circo podríamos grabar. Duramos luego dos semanas más en la investigación, pero ya con el circo en que íbamos a trabajar.

El rodaje duró dos semanas, mientras el circo estaba ubicado en la cancha de la colonia Zacamil. En enero de este año iniciamos el proceso de edición de video y de producción de audio que duró cerca de seis meses.

Hasta hace como mes y medio lo terminamos. La postproducción final y el cambio de 29 a 24 cuadros lo hizo Edson Amaya, de la dirección de Cine y Audiovisuales de la Secretaría de Cultura.

Yo soy parte del equipo de producción de esa dirección. Circo fue parte de una serie de proyectos a los que la dirección se dedica cada año.

¿De cuánto fue el presupuesto?

Si tomamos en cuenta los salarios, el uso de máquinas de la institución, así como el estudio de grabación de audio, cosa que no se pagó, ni los músicos. Si sacáramos pelo a pelo cuánto cuesta eso, podría estar costando entre 25 y 30 mil dólares. Eso si tomamos en cuenta que se invirtió en salarios, pero el uso de máquinas, los músicos y el estudio de grabación de audio no se pagaron porque los cedió la institución.

Para ser un rodaje es poquito, comparado con algunos cortometrajes que cuestan 60 mil dólares y duran apenas 3 minutos.

Al inicio, cuando llegaste al terreno ¿qué encontraste en relación con lo que habías planeado?

La investigación tuvo dos metamorfosis: inicialmente el objetivo era presentar el trabajo como un oficio. En el proceso de investigación nos dimos cuenta que había un poco más de elementos que por supuesto nos alegró, porque no solo se presentaba el oficio como tal sino el modo de vida de los artistas.

La tercera etapa o movimiento conceptual dentro del proceso de “Circo” fue cuando nos enfrentamos en la realidad en que las personas viven. Ellos te lo cuentan de una forma, pero ver de primera mano cómo resuelven, por ejemplo, los problemas de salud, los nacimientos de sus hijos, el entierro de sus muertos… son elementos que modificaron sustancialmente el proceso conceptual.

¿Qué implicó para vos entrar en el mundo de la familia Ruiz López?

Hay varios elementos que son un poco complicados. Uno de ellos quizás sea la seguridad con la que esta gente vive, ya que su casa es la carpa. No cuentan con la seguridad cotidiana que para los demás es tener una casa, un portón, un razor o alarma. Esta gente relativamente vive en la calle porque de alguna manera el circo es su casa, el circo permanece en la calle.

Ellos no son como cotidianamente la gente piensa: “ah, viene al trabajo y después se va a su casa”. Esta gente permanece todo el tiempo en el circo, es su casa, su oficina, su trabajo, su espacio de esparcimiento.

El meternos con ellos esos 15 días, cerca de 15 y hasta 20 horas diarias para comprender cómo estaba funcionando el circo y ver la realidad de los artistas circenses nos revolvió el cerebro, nos dio una perspectiva diferente. Sus vidas son espectaculares porque están en función de la cotidianidad de los demás.

¿Cuál es esa realidad de los artistas circenses que se presenta en el documental?

La realidad que se presenta es su modo de vida, cómo y dónde se educan, dónde entierran a sus muertos, dónde los velan al momento de que estos fallecen, esas son algunas realidades que más se marcan en el circo, acrecentándonos principalmente en la de cómo están enfrentando en este momento un proceso de enfermedad de uno de ellos.

Cuando nosotros en lo cotidiano tenemos todas las medidas de seguridad, o tenemos a nuestras mujeres embarazadas con seguros especiales para poder darles atención con todas las normas básicas, con estas personas encontrás una realidad que en un cantón quién sabe dónde, resulta que su mujer va a tener su hijo ahí, en la tarima, debajo de la carpa. Esas son realidades que se muestran, aunque sean contadas, en el documental.

¿Es lo mismo que viven los artistas en general en El Salvador?

Es un proceso difícil el que estamos viviendo los artistas en El Salvador. Estamos a años luz de otros países donde la gente vive del arte, aquí tenemos que hacer arte pero hay que trabajar de otra cosa para sobrevivir, eso es en todas las ramas.

Somos pocos los que de alguna manera podemos estar metidos dentro de una institución donde se nos paga un salario, de eso a que sea digno o no es otro tema pero que tenemos un salario fijo, seguro social, un espacio en que estás pensando todo el tiempo para hacer arte, en cuidar la nuestra cultura y el patrimonio.

Creo que esa es una realidad común entre nuestros artistas. Por eso hay personas que cuando oyen a sus hijos decir que van a ser artistas pareciera que va implícito que esa persona se va a morir de hambre porque no va a encontrar un espacio dónde poder desarrollarse como artista y realizarse como persona.

¿También puede considerarse a “Circo” como un punto de partida para mostrar la realidad que viven los sectores “marginados” o “excluidos”?

Es un reflejo de cómo se comporta y quién es el salvadoreño, pero la parte que más me gusta es que a pesar de todo eso el artista circense, al igual que la sociedad en su conjunto, en lugar de sentarse a llorar por lo mal que le va en la vida, sigue luchando para poder salir adelante.

Es un reflejo de la sociedad al darnos cuenta de que ahora trabajar, poner una tiendita, tener un negocio también implica la probabilidad de ser extorsionado, pero que sin embargo no nos vamos a detener por eso.

El que esta gente como circo se vaya a meter a colonias podridas de mareros y ellos puedan echarse a trabajar ahí exponiéndose a todo, es la realidad no solo de ellos, sino por ejemplo de los vendedores de la Coca cola, de verduras, que a pesar de todo eso tienen que aprender a surfear con esa realidad y echar a trabajar porque al final de cuentas hay que vivir, hay que comer, hay que pagar. Es una realidad bastante apegada a la realidad social que estamos viviendo.

En una conferencia de prensa del lunes pasado dijiste que había rebasado tus expectativas, ¿por qué?

Primero porque, como ya lo dije, nosotros creíamos que íbamos a mostrar un oficio, como el de un fabricante de guitarras; sin embargo, en el camino nos encontramos que lo más importante, más allá que mostrar le oficio como tal, fue mostrar la vida de quienes están detrás de ese oficio.

Eso nos cambia todo el concepto y en el proceso de investigación y de realización del documental nos encontramos con información que no había brotado en la primera parte, sino hasta que ya tenía la cámara enfrente. Había más elementos de los que nosotros creíamos que íbamos a encontrar en el circo, pero podemos mencionar detalles porque precisamente son las sorpresas dentro del documental.

¿Cuáles son las proyecciones a futuro para Circo?

Nosotros pretendemos primero presentarlo en la mayor cantidad de espacios posibles en el país. El documental va acompañado de los músicos que trabajaron en la mayoría de los soundtracks, de una exposición de fotografía de los mismos artistas circenses.

Por lo menos para empezar aquí en el país queremos mostrarlo, pero esperamos que también vaya a otros países y la gente en lugar de que vean únicamente lo que los medios de comunicación masiva están lanzando y que los haya colocado además como uno de los países más peligrosos del mundo, poder lanzar quiénes son los salvadoreños en realidad. Queremos mostrar que aquí no somos un mariona gigantesco, somos una sociedad luchadora, que a pesar de todas sus ventajas y desventajas sale adelante y ven la vida con alegría y por sobre todo con ganas de seguir viviendo.